Con la llegada del buen tiempo, la luz, el aire, el cloro, el salitre y también la polución están en contacto directo con la mayor parte del cuerpo. Ya hablamos en otra ocasión de la importancia de preparar la piel antes de tomar el sol.
Hoy queremos centrar la atención en dos partes del cuerpo tan fundamentales como son las manos y los pies, así como en los cuidados que requieren.
Tanto manicura como pedicura son dos de las técnicas de cuidado personal más requeridas hoy en día, en gran medida por contribuir a mantener manos y pies suaves e impecables, pero además por los múltiples beneficios que ofrecen.
Más allá de la estética, el cuidado de pies y manos es una cuestión de salud
Las manos como carta de presentación
La manicura es un auténtico tratamiento higiénico de las uñas que desarrolla una función protectora. Además de renovar la apariencia de nuestras manos, gracias la inmensa variedad de colores de esmalte, y contribuir por tanto a sentirnos mejor con nuestra imagen, la manicura profesional ayuda a mejorar su salud y mitigar dolores o molestias, aumentando el flujo sanguíneo mediante los masajes que proporciona el profesional durante la sesión.
Durante la sesión de manicura, se suelen aplicar diferentes tratamientos para exfoliar la piel y eliminar así toxinas y células muertas, dejándola mucho más suave, fresca y tersa.
Asimismo, al cortarlas o limarlas de un modo concreto, evitamos deformaciones y uñas encarnadas. Y por supuesto las endurecemos, haciendo que sean más resistentes a los golpes y las fracturas.
Se aconseja acudir una vez al mes al centro de estética habitual, ya que el tratamiento al final resultará más fácil, simple y rápido. Aunque por supuesto esto depende de las necesidades de cada persona.
El gran olvidado: los pies
Solemos olvidar el cuidado de esta zona cuya función es nada más y nada menos que soportar todo el peso del cuerpo. Los pies realmente sufren mucho a lo largo de toda la vida.
En verano nos quitamos los calcetines y las medias que han protegido el pies todo el invierno e inevitablemente aparecen las rozaduras, que generalmente se convierten en dolorosas ampollas. El calor hincha los pies y la retención de líquidos se agudiza. El aire y el calor contribuyen a la aparición o empeoramiento de las temidas grietas en los talones, algunas realmente dolorosas dependiendo de su profundidad.
Los callos, los juanetes, la sudoración excesiva, el pie de atleta, los hongos en las uñas, los espolones o las uñas encarnadas son dolencias mucho más habituales de lo que creemos. Pensemos si no en cuánta gente a nuestro alrededor sufre una o varias de las citadas molestias.
Lo más evidente tras aplicar una sesión de pedicura es la revitalización de la piel, que adquiere un tacto más suave, así como la disminución de la callosidad. Los productos empleados para la sesión, como aceites, cremas y por supuesto esmaltes, actúan como protectores haciendo que tus uñas sean más fuertes y tus pies estén protegidos ante posibles afecciones, evitando a veces que se conviertan en algo grave que requiera la visita al médico.
Además, con el masaje se incrementa la circulación sanguínea, mejorando la oxigenación de todo el cuerpo. La persona que lo recibe se relaja y mejora su estado anímico.
Además, ahora puedes pedir esmaltes permanentes y despreocuparte todo el verano. No lo dudes a la hora de cuidar y mimar estas dos zonas y pide cita.