No te quedes con cara de póquer: la inmensa mayoría de productos que empleamos en el día a día tienen cierto grado de toxicidad.
Esto no quiere decir que debamos prescindir de todos ellos para siempre, muchos solo los usamos de vez en cuando y esa exposición no los hace perjudiciales. Otros, en cambio, los empleamos a diario, como champús, maquillaje, cremas hidratantes…
No estaría de más leer su composición en las etiquetas e incluso empezar a optar por productos naturales
Repasamos los componentes tóxicos más habituales en los cosméticos:
- Siliconas. También muy habituales en champús y geles de baño, estos productos actúan como hidratantes, emolientes y selladores de cutícula. Su principal problema es que la mayoría de las siliconas son insolubles al agua y, al acumularse en pelo y la piel, impiden que estos respiren y desempeñen sus funciones básicas con normalidad. En el largo plazo, las siliconas favorecen el ensuciamiento, derivando en un deterioro de las fibras capilares y el cuero cabelludo.
- Parafina. Sustancia muy común en las cremas corporales al ser un falso hidratante para la piel. Al generar un falso efecto de hidratación en la piel gracias a su textura cremosa, suelen sustituir a los aceites vegetales. Este efecto es conseguido al extraer la humedad de la propia piel. Sin embargo también taponan los poros e impiden que la piel respire de forma natural. Con el tiempo el uso de este tóxico genera un resecamiento de la piel y propicia la aparición de acné, irritación y problemas cutáneos. Este tipo de tóxico también se encuentra en las barras de labios, siendo incluso más perjudicial por una ingesta directa.
- Sulfatos. Muy comunes en productos de belleza de cuidado diario como el champú o gel de baño por su potente acción limpiadora sobre la piel. Esta eficacia limpiadora es excesiva y elimina la suciedad y aceites naturales que crea nuestra piel de forma natural para protegerse de agentes externos. La utilización rutinaria de productos que contengan este tóxico puede derivar en diferentes problemas en la piel y cabello, entre otros irritación, sequedad o incluso caída del cabello.
- Perfumes sintéticos. Muy usuales en productos para el cabello, desodorantes o cremas faciales. Este tipo de perfumes tan dañinos para nuestra salud pueden encontrarse en el INCI con la palabra “parfum” y “fragance”. Cuando se trata de un perfume sintético convencional, la palabra parfum es un cajón desastre, donde podemos encontrar innumerables compuestos tóxicos, además de varios ingredientes de origen animal, como los almizcles o el ámbar gris.
- Sales de aluminio. El aluminio es el producto tóxico por excelencia de los desodorantes, al tratarse de un anti-transpirante artificial que tapona las glándulas sudoríparas consiguiendo así reducir el sudor y por consiguiente el olor. Este tipo de productos favorece la proliferación de enfermedades degenerativas.
- Ftalatos y Toluenos. Este tipo de tóxicos los podemos encontrar principalmente en los esmaltes de uñas y en los perfumes, actuando como fijadores, disolventes y suavizantes. Cuando este tipo de sustancias entran en contacto con la piel generan un efecto tóxico ligado a trastornos hormonales. Además son sustancias irritantes para los ojos y pueden llegar a provocar fatigas y dolores de cabeza.
- Ingredientes con “chloro”, “bromo” y “iodo”. Este tipo de sustancias se suelen utilizar como conservantes, para evitar el deterioro de los productos, alargar la vida útil de los mismos y protegerlos de agentes externos. Muchos de estos ingredientes son causantes de reacciones alérgicas, irritaciones o despigmentación de la piel. Se recomienda evitar ingredientes que contengan las palabras “chloro”, “bromo”, “iodo”, y sustancias tóxicas como el BHA o el ácido bórico, conocidos conservantes de amplio espectro. Los conservantes naturales o sintéticos como el sodium levulinate, sodium anisate, benzyl alcohol, el sodium benzoate y el potassium sorbate están aceptados por las certificadoras de cosmética natural.
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